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Porqué ciertas forrajeras templadas son más resistentes a la sequía
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  • Porqué ciertas forrajeras templadas son más resistentes a la sequía

  • El Ing. Agr. Oscar Bertín hace una puesta a punto de los mecanismos que emplean para atenuar los efectos del estrés hídrico.

    La tasa de transpiración, la eficiencia fotosintética, la cantidad y ubicación de los estomas, la velocidad y el momento en que los abren, son algunas de las estrategias. Qué especies presentan ventajas.

    El Ing. Agr. Oscar Bertín, asesor privado y referente técnico de Biscayart Semillas, elabora periódicamente un informe sobre forrajeras templadas para contribuir a la planificación de los sistemas ganaderos pastoriles intensivos. En la última edición de “InForrajes” presentó los mecanismos de estas especies para atenuar los efectos de la sequía, una cuestión estratégica para la ganadería, cada vez más impactada por los avatares del clima.

    ¿Por qué el agua es vital para las forrajeras? Resulta esencial para la actividad fisiológica, ya que actúa como solvente para la absorción y el movimiento de los nutrientes y permite mantener la turgencia, imprescindible para el crecimiento y la elongación celular, y por ende para la producción del forraje.

    El agua se mueve desde el suelo hacia las raíces, desde éstas hacia al resto de la planta y de allí a la atmósfera a través de gradientes hídricos decrecientes. Frente a un estrés prolongado, las plantas tienden a controlar la transpiración y a restablecer un nuevo equilibrio, para lo cual cierran sus estomas, enrollan las hojas y finalmente se marchitan.

    Todo ello provoca una reducción en la entrada de dióxido de carbono (CO₂) a las hojas y tallos y por consiguiente el proceso de fotosíntesis se ve reducido y disminuye o cesa el crecimiento de las plantas, en particular a altas intensidades de luz.


    Cómo resisten

    La resistencia a la sequía es la capacidad que tienen algunas especies para mantener un balance favorable entre la entrada y la salida de agua y sostener la turgencia, evitando el estrés y sus secuelas, mediante distintos mecanismos:

    – Baja tasa de transpiración: algunas especies desarrollan una cutícula gruesa en exposición a la sequedad moderada gracias al depósito de capas de lípidos en la superficie de las hojas, lo que da como resultado una disminución de la transpiración. Esto ocurre por ejemplo en la soja en estado vegetativo, que suele ser usada como forrajera. En el agropiro alargado las plantas de follaje verde claro – como resultado de la deposición de esa capa cerosa, de espesor variable sobre la cutícula- proporcionan esa resistencia a la pérdida de humedad.

    – Mayor eficiencia fotosintética: una tasa más alta de fotosíntesis para una determinada abertura estomática brinda la posibilidad de superar las limitaciones de la fotosíntesis, la resistencia a la pérdida de humedad por transpiración y la acumulación de dióxido de carbono. Varias forrajeras, como es el caso de las megatérmicas usadas en la región pampeana, tales como sorgo y mijo anual, tienen esa ventaja.

    – Cierre de estomas: muchas forrajeras abren sus estomas temprano en la mañana sólo durante un corto período y los mantienen cerrados durante el resto del día. Por eso, en general, las avenas son más eficientes en inviernos con menores de niveles de humedad que los raigrases anuales. Incluso en una misma especie hay diferencias entre cultivares, por ejemplo, la avena es más resistente a la falta de humedad si abre sus estomas más rápido temprano cuando el estrés es mínimo y la fotosíntesis puede adelantarse con la menor pérdida de agua. En general los cultivares de avena blanca o sus cruzas con amarilla tienen más adaptación a climas fríos y secos que la amarilla y la brasilera. Sin embargo, el mecanismo de conservación hídrica basado en el cierre de estomas supone un costo inevitable por reducir la fotosíntesis y puede provocar inconvenientes en el crecimiento por falta de energía.

    – Frecuencia y ubicación de estomas: un número menor de estos retarda la aparición del déficit. Además, en ciertas especies están ubicados en las depresiones o cavidades de las hojas, lo cual puede reducir aún más la transpiración al frenar el impacto de las corrientes de aire cálidas y secas. El agropiro alargado presenta nervaduras muy marcadas que limitarían el efecto del viento sobre los estomas de la depresión de la hoja, demorando que se remueva la humedad.

    – Resistencia estomática y enrollamiento foliar: la facilidad con que las moléculas atraviesan la membrana celular tiene muy alta sensibilidad al déficit hídrico y disminuye en forma muy precoz para controlar las pérdidas de agua vía transpiración y mantener la turgencia celular. En los sorgos y en mucho menor medida en la festuca alta se presenta esta capacidad.

    – Longitud de las raíces y aumento de la relación raíces/parte aérea: el desarrollo radicular profundo y ramificado permite una marcada respuesta evasiva al tiempo seco prolongado. Las leguminosas presentan el siguiente orden decreciente de tolerancia al estrés según estas características: la alfalfa más que lotus corniculado y éste más que lotus tenuis. El trébol rojo, por el contrario, prefiere suelos con buena capacidad de retención de humedad y con perfiles medios a profundos. También en una gramínea, como el agropiro alargado, la resistencia a períodos prolongados de sequía está relacionada a su extenso desarrollo radical.

    – Ajuste osmótico: la osmorregulación es un proceso fisiológico que confiere tolerancia a condiciones de escasez de humedad mediante mecanismos que evitan la disminución de la fotosíntesis y, con ello, las pérdidas de rendimiento. Esto ocurre por ejemplo en el pasto ovillo tanto en las raíces como en la parte aérea de las plantas.


    – Latencia condicionada por el ambiente: simplemente las plantas dejan de crecer en su parte aérea, como es el caso de falaris bulbosa del norte de África y festuca alta de origen mediterráneo, frente a condiciones de tiempo seco prolongado en verano. Lo hacen como una estrategia de sobrevivencia, generada como mecanismo adaptativo en sus ambientes autóctonos.

    – Senescencia foliar: ciertas especies disminuyen el área foliar activa frente a la sequía mediante la muerte de sus hojas, tal como ocurre en sorgos y mijo anual. El trébol blanco llega a eliminar la totalidad de su área foliar ante una escasez moderada, pero luego regenera el forraje a partir de sus órganos de reserva: semillas y/o estolones.

    Los mecanismos para atenuar los efectos del estrés hídrico son diferentes, conocerlos y saber cuáles son las especies con ventajas comparativas permite tomar mejores decisiones, finaliza el informe.

    Fuente : https://www.valorcarne.com.ar/porque-ciertas-forrajeras-templadas-son-mas-resistentes-a-la-sequia/

  • 2022-11-24

  • santamarina.com.ar